miércoles, 22 de agosto de 2012

UNA MESA LLAMADA RENDIMIENTO

Todo deportista en general y futbolista en particular, después de haber descansado durante un periodo transitorio tiene la ilusión y el propósito de comenzar una nueva temporada con nuevos bríos. Una temporada es muy larga, puede empezar a finales de julio o principios de agosto (en función de cuándo comience la competición) con una pre-temporada que suele durar unas 4 o 5 semanas. A partir de ahí, en torno a 10 meses va a englobar toda una larga y ardua temporada. En este periodo se sucederán horas y más horas de entrenamiento en las que, sólo aquéllos que estén preparados y tengan el firme convencimiento de no hacer caer en la rutina de la desmotivación a sus futbolistas en unos entrenamientos con contenidos parecidos, podrán optar a sacar el máximo rendimiento de las posibilidades, tanto individuales como colectivas, del grupo que tenga a su cargo.
Pero un deportista y un futbolista no sólo llega a obtener este rendimiento buscado si su perspectiva sólo la circunscribe al entrenamiento. Te puedes llevar no sé cuantas horas entrenando o hacer el mejor entrenamiento del mundo que si éste no va acompañado de una alimentación correcta y un adecuado descanso, la mesa que vemos en la imagen se cae. Lo mismo que si descansas y entrenas correctamente y comes mal, el mismo efecto tendría. 
Todo lo que no sea que estas 3 patas estén al mismo nivel de control conlleva un fracaso o la no consecución de los objetivos propuestos, al menos en cuanto a que si lo que buscamos es el rendimiento del futbolista.
Y eso no significa que se tenga que comer poniendo en un peso cada plato de arroz que se ingiera, ni que se  lleve una rigurosísima dieta, ni, por supuesto, que de vez en cuando no se pueda salir a tomar una cerveza con unos amigos, o que alguna vez el deportista se pueda acostar un poco más tarde. Lo que sí estaría contraindicado es hacerlo habitualmente y luego pedirse a sí mismo o estar sujeto a que le pidan un rendimiento que, en absoluto, esté en condiciones de dar.
Es evidente que la ausencia de uno de estos tres pilares de los que sustenta esta mesa o incluso de exceso de alguno de ellos en detrimento de los otros dos, igualmente haría a ésta coja y por consiguiente que cayera al suelo cualquier objeto que se colocara en ella. 
Es responsabilidad, en primera instancia, del futbolista y, claro está, también del entrenador, hacer velar, si verdaderamente se lucha por un rendimiento que posteriormente repercuta en victorias, porque estas tres patas tengan un equilibrio adecuado. Si no, os aseguro que es IMPOSIBLE y se haría caer al vacío muchas horas mal gestionadas.
Y no crean que el contenido de este post sólo es aplicable a chicos que comienzan en el mundo del fútbol; todo ello es inapelable a cualquiera de los niveles del futbolista; en la élite mucho más.

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