Este museo abrió sus puertas al gran público un 8 de noviembre de 1793 (4 años después de la Revolución Francesa). Lo realmente novedoso de esta apertura es que se habían nacionalizado las colecciones de arte de propiedad real y que el acceso era puramente libre, no se limitaba el acceso a un público culto ni visitas concertadas (algo que sí ocurría tanto en los Uffizi en Florencia como en El Prado de Madrid). Por todo ello, supuso un gran precedente y modelo a seguir para los grandes museos europeos. El museo contiene unas 300.000 piezas, de las que sólo se exponen unas 35.000. A las piezas de procedencia real, hay que sumar el resultado del trabajo de los hombres de la Ilustración y la Revolución Francesa, que consiguieron que nobleza e iglesia dejaran sus pertenencias culturales. También hay que añadir las donaciones de coleccionistas privados. Un templo dedicado al arte, está considerado como uno de los más importantes del mundo, que cuenta con grandes cuadros entre los que destacan La Gioconda de Leonardo da Vinci, La libertad guiando al pueblo de Delacroix y otros lienzos firmados por Goya, Murillo, Rembrandt, Tiziano, entre otros. Si increíble es su colección de pintura, no lo es menos la de escultura con grandes obras de antiguas civilizaciones como La Venus de Milo, El escriba sentado, e incluso cuenta con un friso del Partenón de Atenas. Sin olvidar, muestras de arte del Islam y antigüedades orientales (Código de Hammurabi).
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