Turno para la física y en consecuencia la medicina a través de uno de sus más ilustres personajes que, a través de sus investigaciones, marcó todo un hito en estas disciplinas. El personaje en cuestión es Konrad Roentgen (1845 – 1923), físico alemán que en noviembre de 1895 admiró a la comunidad internacional con un importante hallazgo: los rayos X. Tal descubrimiento tuvo una consecuencia inmediata en forma de galardón: Premio Nobel en Física en 1901, aunque os tenemos que decir que fue realmente la medicina la que se sirvió de toda la tecnología relacionada con su descubrimiento. Roentgen donó la dotación económica de dicho premio a la Universidad de Würzburg y no patentó su invento para que todo el mundo se pudiera beneficiar de ello (rechazó una oferta de Thomas Edison para comprarle su hallazgo). El descubrimiento de los rayos X tuvo lugar cuando experimentaba con el poder de penetración de los rayos catódicos, advirtió que una placa de cartón cubierta de cristales de platino-cianuro de bario emitía una fluorescencia. Estos rayos atravesaban distintos materiales como la madera o el papel, pero el plomo no. De esta forma, se dio cuenta que al mantener un aro de plomo con sus dedos, no sólo veía el aro sino también los huesos de su mano (nació la primera radiografía). Los rayos X supusieron una auténtica revolución en los campos de la física y de la medicina, dotando a ésta última de un nuevo método de diagnóstico. Y todo esto debido a un hombre, Konrad Roentgen, cuya máxima en la vida era: «Yo no pienso, investigo»
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