sábado, 17 de marzo de 2018

COTIDIANO


Hay dos acciones que se manifiestan como cotidianas en cualquier partido de fútbol y que, cuando menos, personalmente, me resultan curiosas.
→ Muchas son las modificaciones y actualizaciones que está sufriendo el reglamento. Se es meticuloso con el punto exacto en el que se comete una infracción decretando libre directo o indirecto. Lo que me llama la atención es cómo se procede cuando dicha infracción es cometida a pocos centímetros de la línea de banda, mirada atenta del juez asistente incluida. Pues bien, el jugador lanzador del tiro libre, alevosa y descaradamente, desplaza el balón varios metros hacia dentro del campo ante la mirada impasible del asistente, el beneplácito del árbitro y el cabreo del equipo infractor.
→ La otra situación también resulta curiosa. Da igual la parte del cuerpo que haya sido la golpeada, es moda entre los jugadores cada vez que reciben una contusión o choque con un rival, taparse la cara o los ojos en vez de señalar el lugar concreto de dolor o del golpe.

También quiero aludir a la catalogación de lo blanco o lo negro en una situación que suele manifestarse cotidianamente en el fútbol. Gabi, capitán del Atlético, se refiere hace poco a su compañero Griezman en los términos de "quien no sienta los colores del Atlético debe marcharse". Y es que ésto de "sentir los colores" y "besar el escudo" hay que saber matizarlo.
Mi opinión al respecto es que no debe estar reñido ser leal a los colores de tu equipo mientras formas parte de él con la aspiración y la ambición de mejorar.
Los jugadores, y, principalmente los aficionados, deben ser conscientes y entender que sus carreras son relativamente cortas. En la élite, a no ser que seas un superclase, no estarás más de 10 años y eso hay que rentabilizarlo aspirando a mayor cota deportiva y económica. Quien no entienda eso, y más en jugadores que son estrellas, no saben nada del deporte y si no que nos propusieran a cada uno de nosotros mejores condiciones laborales y económicas en otros lugares en el que ostentemos en la actualidad. Seguro, la catalogación de "pesetero" o "mercenario" que es el improperio elegido en estas ocasiones también nos vendría al pelo. Por ello, en la vida debe aspirarse a volar lo más alto posible y la opinión del resto, sobre todo, aquellas en las que los golpes de pecho y la arrogancia de pertenencia a un club o a un escudo deben ser tenidas en cuenta en mínima medida, más que nada porque suelen llevar implícitas una gran dosis de ventajismo

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