domingo, 4 de enero de 2015

DESDE EL BALCÓN


A falta tan solo del día de Reyes, habrán volado unas nuevas Navidades de frío y de estar muchas horas del día en casa (casi todas). Es más, sólo he visto la calle para las protocolarias cenas familiares en Nochebuena y Nochevieja así como para un par de entrenamientos fijados con mi equipo.
Habrá sido un enorme privilegio ver a mi pequeña progresar en su entender y compartir horas de tareas de casa dificilmente posibles en época de rutina (me he atrevido a acostarme tarde cada día aprovechando el silencio de la madrugada para conversar tranquilamente con mi mujer y ver películas tarde).
Tanto tiempo fuera del mundanar ruido de todo lo exterior da para pensar mucho así como ver la vida pasar desde el balcón.
Desde este balcón se ven mensajes hipócritas de políticos que aun siguen pensando que los ciudadanos somos idiotas; gente con gran déficit de memoria; cobardía e inmovilismo por  no denunciar lo que en otro tiempo hubiera   sido inaceptable; negocios tras el velo de la solidaridad; prejuicios y más prejuicios en su grado máximo, tanto como para andar mutilando cada idea que surge o aquel cerebro del que parte y es que la mediocridad instalada en cada rincón no soporta ningún alto vuelo del que ose escapar a ella (por eso le ha costado tantos años a la humanidad avanzar en el pensamiento). Siempre queda el miedo  absorbente y generalizado para dar pasos firmes en el avance del mismo.
Un servidor, en mi búsqueda insaciable del "algo más", de un aporte nuevo, me niego a quedarme en esos lugares fangosos y huyo donde respiro aire fresco. A veces lo suelo encontrar dentro de mi, otras veces en la familia que me rodea y si hablo de fútbol, huyo hasta lugares como GERENA donde acabo encontrando lo que busco de este deporte, fútbol osado, fútbol arte, fútbol de principios, de pausa, de incesante combinación (hasta el balón parece que sonríe)... un lugar donde me transporto y al que me retiro cuando lo necesito.
La vida es una continua adaptación al cambio, quizás aún no sabemos vivirla y sobre todo es un hacer volar nuestra imaginación para hacer real todo lo que fluye por nuestro pensamiento.
Aún más idealista necesito ser y aún más ampararme en el atrevimiento. Me propongo firmemente desoír más la negatividad externa que pretende frenarme y hacerlo más a mi subconsciente que cabalga desbocado.

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