jueves, 4 de diciembre de 2014

¿SEGURO QUE EL PROBLEMA ES SÓLO DE LOS ULTRAS?

Ya esa palabra me produce rechazo. Ultra, por qué?, por qué denominarse así?. Por qué no quedarse sólo en animar al equipo, crear un ambiente de disfrute, cantar, saltar...?.
Desgraciadamente desde los años 80, emulando no sé a qué y escudándose en el fútbol se han creado numerosas peñas y grupos de "seguidores" de distintas ideologías políticas (no entiendo qué pinta la política en el fútbol), incluso de estatus sociales más variopintos para llevar la violencia y el terror a los campos de fútbol, a sus aledaños y a la concienciación de que cada equipo tenga sus ultras o grupos organizados.
Por supuesto que no todos ellos son violentos, ni delicuentes ni con antecedentes pero desgraciadamente sólo con pertenecer al mismo grupo corres con las consecuencias de ser cómplice de sus fechorías.
Pero, ¿son ellos los verdaderos responsables o quiénes les han amparado o subvencionado?. No conozco un sólo club que se desmarcara de la ubicación en el estadio de estos grupos, de la petición de entradas a otros clubes para ellos, del pago de sus desplazamientos, de la concesión de un local dentro de los estadios o incluso de la interlocución con sus cabecillas para determinados casos.
Han sido los clubes esclavos durante años de que su equipo recibiera una extraordinaria animación con el consabido riesgo de que acontecieran altercados dentro y fuera del estadio de unos "aficionados" que portaban banderas, bufandas y algunos otros objetos constitutivos de delito. Por tales causas, son ellos, los clubes, los brazos que han mecido a un bebé que hoy día es un hombre peligroso. Como también son cómplices la LFP que no ha creado mecanismos contundentes para erradicar comportamientos violentos y por ende el Consejo Superior de Deportes como responsable máximo de todo. Y aún mucho más responsable, una sociedad global y la doméstica (familia u hogar familiar) donde no se cultiva una educación acorde a unos valores de civismo.
Ahora, claro, todo el mundo nos escandalizamos cuando media una muerte entre estos vándalos y urgen medidas inmediatas.
Este deporte no será normal mientras la gente siga yendo predispuesta a un partido de fútbol a chillar, insultar a todo lo que se le ponga por delante, a realizar gestos obscenos, intimidatorios, tirar objetos al campo, encender bengalas o enfadarse en vez de aplaudir, disfrutar y respetar; más si, como suele ocurrir, llevan a sus hijos de la mano. 
Si no es así, no son sólo los ultras los responsables de estas conductas, seremos todos.

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