Del 24 al 30 de octubre se celebra en todo el mundo la Semana del Desarme. Esta cita tiene como finalidad concienciar a toda la comunidad internacional sobre el gran peligro que supone la carrera armamentista y llevar a cabo políticas informativas sobre la imperiosa necesidad de disminuir el uso y fomento de todo tipo de armas. Naciones Unidas designó una nueva fecha para que todos comprendamos que sólo los seres humanos somos los responsables para conseguir una paz mundial y amparar una seguridad internacional. Esto sólo tiene un camino: voluntad por reducir y eliminar todas las armas que suponen un serio riesgo para la estabilidad mundial, especialmente, las consideradas de destrucción masiva como armas nucleares o químicas. Sin duda alguna, la empresa armamentista supone un gran gasto económico, sin olvidar lo más importante que es el cuantioso número de pérdidas humanas que ha originado. Sin embargo, en estos tiempos de crisis no sólo no ha disminuido su producción sino que ha aumentado. Por lo que nos parece esencial que se plantee una mejor distribución de esos recursos económicos para favorecer otros ámbitos como el social, por ejemplo. No podemos permanecer ajenos a que el uso de armas queda supeditado al estallido de una guerra, va más allá. Y es algo que podemos ver todos los días, si encendemos la televisión o abrimos un periódico, podemos comprobar que las armas han llegado a las calles y a hogares de miles de familias. Está claro que queda mucho por hacer en este sentido, en nuestras manos está el utilizar la palabra en vez de un arma.
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