Hablar de la Romería de la Sangre es hablar de un evento históricamente populoso y algo que encierra multitud de detalles tan profundos, desde el punto de vista emotivo, que es palpable y fácilmente irradiable para todos.
Como cualquier otra familia sangrista, la mía lo vive cada año de forma especial y esperada, aunque, cierto es, que los azotes de la vida en forma de pérdida de familiares queridos merme considerablemente estas ansias.
Aún así, sean cuales sean las circunstancias que la rodeen, sin ningún género de dudas, la Romería es la Romería.
En esta edición 2018, cuando se cumplen 37 años del formato de Romería de sábado y domingo, las familias Ortiz - Fidalgo hemos acudido por primera vez en carriola. Magnífica adquisición para estos días.
Mención especial he de hacer de DE CARAMELO. No hay más que acudir a la hemeroteca escrita y sonora o, incluso más profundo, al recuerdo de las emociones para reconocer el verdadero valor de crear cada año (ni más ni menos que 19) una composición nueva para la Virgen, donde el momento y el lugar envuelven un cóctel de gentío, silencio, espera, respeto, emoción y aplauso.
Nadie sabe cuánto trabajo, creatividad y cuanta constancia encierra que el resultado sea unas letras y una música de 3 minutos que dedicados a ese momento mágico llegue directamente al corazón de tanta gente que tradicionalmente lo espera.
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