Ni siquiera hice un balance de lo que fue el año 2017 como era habitual por mí en este espacio cada final de año; muy convulso personalmente en tomas de decisiones y noticias no deseadas. Es cierto que tuve poco tiempo aunque fundamentalmente lo que no tenía era ganas. Y ya, a estas alturas del año acabado de empezar no lo haré.
Y entre estos montes y valles llega el 2018 con la mejor de las alegrías que una persona humana puede recibir como es la venida al mundo de un hijo. Y no esperó porque el mismo día 1 a las 21'02 h. José Manuel jr. ha venido a nuestras vidas con una extraordinaria carga emotiva y de salud. Su nacimiento, sin ningún género de dudas, es uno de los momentos más importantes de mi vida. Verle asomar la cabeza fue algo inolvidable para siete vidas que viviera en lo que fue un parto limpio y donde su madre fue un ejemplo de amor al darle a luz.
Y entre biberones y pañales no dejo de asistir al teatro de la vida, unas veces como actor y muchas como espectador.
Asisto al deterioro y caída libre de las relaciones humanas suplantadas por la íntima relación con nuestros aparatos tecnológicos.
Desaparecerán las facciones de las caras en el lenguaje no verbal y el diálogo entre las personas, o la escritura. Eso de coger un bolígrafo y un papel pronto quedará enterrado por unos teclados donde hay que buscar las letras.
Proliferará el introvertidismo, la mala educación, el no mirar a los ojos a la gente mientras las lesiones en las cervicales por mirar continuamente nuestro smartphone será la tónica.
En cualquier caso, adquiere especial relevancia no dar el valor adecuado a determinadas cosas y personas y sólo cuando llegue a perderse se hará en su justa medida. Como suelo decir (soy mucho de refranes y dichos ya que representan las sabiduría del pueblo y las verdades acumuladas con el paso de los tiempos), cualquier comportamiento que tomes en la vida tiene sus consecuencias tal como si se tira un boomerang. Si haces esfuerzos por enviar buenas voluntades y comportamientos adecuados, volverá con una carga igual o mayor hacia ti pero si tu envío se hace desde el ventajismo del viento que momentáneamente que te sople a favor o emplees malas artes, que a nadie quepa duda que, tarde o temprano (nada más hay que sentarse a esperar), cuando vuelva te devolverá a la realidad dándote de bruces tan fuerte como te corresponde.
Difícil, hoy día, toparse con tíos que se vistan por los pies, gente de ley y personas que baste con su palabra como la mejor de las firmas resulta poco menos que imposible.
Difícil, hoy día, toparse con tíos que se vistan por los pies, gente de ley y personas que baste con su palabra como la mejor de las firmas resulta poco menos que imposible.
Después de acercárseme por mi mente esta reflexión, ahora mis pensamientos sólo están enfocados en la salud de los míos, a la postre, la única verdad de la vida que hemos convertido en un teatro de baja calidad.
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