Desde finales de febrero hemos comenzado nuestros ensayos de costaleros para prepararnos para nuestro Jueves Santo. De todos es sabido lo que significa para mi ser parte de esta cuadrilla y cuánto bien me hace juntarme con ellos cada viernes de ensayo. Como particular resulta poder celebrar, como preludio de todo, nuestra Comida de Costaleros, donde se funden en un buen ratito, sabrosos manjares para saborear y largas conversaciones de anécdotas entre costaleros y familiares.
Este año serán, si Dios quiere, 28 años en la sala de máquinas, como suelo decir, aunque soy consciente que más pronto que tarde me está esperando la meta. Será también un año en el que varios costaleros emblemáticos de nuestra cuadrilla "cuelguen el costal". Es ley de vida pero seguro dejarán un gran vacío.
Que nunca falten estas reuniones y esos ratos que solemos echar de sonrisas y conversaciones
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