lunes, 14 de septiembre de 2015

DESPUÉS DE LA DERROTA

Cuando, como entrenadores, preparamos una pretemporada y nos adentramos en la vorágine competitiva de 10 meses, poco tiempo solemos dedicar a hacer nuestro propio período preparatorio, nuestra personal y particular pretemporada. 
Cómo hacer para mejorar nuestros métodos y autoreciclarnos, qué tratamiento hemos de dar a conflictos de convivencia en vestuarios que puedan surgir, cómo actuar ante las victorias y sobre todo ante las derrotas. Una visualización de todo ello "con tiempo" nos hará estar prestos ante determinadas situaciones cuando surjan.
Quien no esté curtido en estas lides puede ser que inersperados aconteceres hagan sobrepasar el control y la mesura que ha de presuponersele a un entrenador.
La gestión del momento en que se produce estas derrotas así como el después, donde para cualquier mortal es fácil caer en la trampa de realizar juicios de valor tremendistas, representa ser primordial para que la "resurrección" sea lo más rápida posible.
Un buen entrenador debe contemplar y hacer contemplar antes de saltar al césped que pueden llegar a darse tres resultados a la finalización, ganamos, perdemos o empatamos.
La autocrítica global e individual es indispensable para la búsqueda de soluciones inmediatas. Si cada uno se enroca en el inmovilismo y la posición de autodefensa (la culpa es de otro), ese proceder conduce a la persistencia en el error además de a un egoísmo típico de mal deportista de equipo.
Otro factor muy importante sería el desoír las voces ventajistas asociadas al negativismo que suele provenir desde fuera (parte del público a quien no caigas bien o presuponiendose que muchos de ellos son "eruditos en la materia, visionarios y que tienen la pócima secreta") o incluso desde dentro (algún jugador que le sirva la derrota de caldo de cultivo para sus intereses personales).
Por ello, un entrenador ha de ser íntegro, ostentar unos principios bien asentados, ser humilde y deportista para reconocer el mérito del rival y asumir la derrota y, cómo no, ser firme y trabajador capaz para revertir la situación como líder de la nave.

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