Nadie más en el mundo más que a mi me duele hablar de este tema y reconocer una más que palpable realidad. Raro es el partido, aunque evidentemente trasciendan los de primer nivel, que no surja un conflicto por mor de una simulación, la actuación o el engaño de algún jugador sobre la cancha.
Los engañados y los provocados por estas artes no son otros que unos entrenadores que divisan poco o nada desde la lejanía, más aún los espectadores desde sus asientos e incluso desde el lugar de los hechos unos árbitros que caen como conejillos de Indias a las peripecias de unos actores principales disfrazados de futbolistas.
Es penoso pero todos tenemos algún tipo de responsabilidad en que ésto ocurra. En edades de formación suele escucharse a entrenadores y padres decirle a los chic@s expersiones del calado de "si notas contacto en el área, tírate" o "el fútbol es para los listos". Posteriormente, nuestros fubolistas, en un afán de imitar a sus ídolos, simulan lesiones y golpes en forma de aspavientos, piruetas prolongadas....todo para levantarse en pocos segundos y en una búsqueda de algún castigo para el rival. Hasta la FIFA con su campaña Fair Play hace utilización de esta denominación sólo para asuntos políticos y de interés económicamente flagrantes. Para otros casos relacionados directamente con este juego limpio, mira, cómo no, para el otro lado.
Por eso digo, entre todos nos estamos cargando un deporte tan bello como es este del balompié donde el contacto es protagonista muchas veces y no por ello deba serlo una cobarde simulación. Siempre me hago alguna que otra pregunta como por qué se hace un saludo protocolario antes del comienzo de un partido y no se repite al final como ocurre en rugby, basket o balonmano. Estoy seguro que si este simple y NOBLE gesto se instaurase desde edades tempranas hasta en la máxima competición, otro gallo cantaría. Se les enseñaría a comportarse con veracidad como ideal, no sólo deportivo, sino de vida. Así como si se castigara la teatralidad y la simulación como algo que atente a la deportividad, los provocadores y mentirosos quedarían aislados y desterrados de este deporte.
Mientras ello no ocurra, hoy por hoy, la nobleza y el fútbol desgraciadamente son enemigos.
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