Hay partidos en una temporada que lo recuerdas especialmente al final de la misma por algo que se haya salido de una normalidad competitiva. El de este domingo en el que nos hemos impuesto a Camas por 2-1 es un claro ejemplo.
Para nosotros se presentaba un partido con una gran carga de elementos significativos que podían antojarse muy positivos o muy dañinos dependiendo el resultado que se diera. Habíamos de dar un buen nivel para optar a ganar este partido ante un rival experimentado como el Camas.
Es cierto que veníamos de buenos resultados en nuestro campo, cosa que no nos hacía acreedores de nada y bastante negativos fuera. Seguro cada partido será una lucha por el acomodamiento que supone sentirnos confiados en nuestro feudo; ayer fue una prueba concluyente de esta argumentación.
Con mucho, la 1ª parte, han sido los peores 45 minutos que hemos disputado en esta temporada. Salimos desubicados, estábamos siendo un equipo menor tanto en la intensidad para robar el balón y abortar los ataques de un muy bien plantado Camas como en la gestión de nuestras posesiones (no sé cuántos balones perdimos, tantos que si fuera tenis se hubieran contabilizado como casi todos errores no forzados). En suma, una 1ª parte desastrosa donde lo mejor fue no ir perdiendo (1-1).
En el descanso nos miramos a la cara y hemos reflexionado, debíamos volver a nuestra identidad, no podíamos dar la espalda al fútbol.
En sólo 5 minutos ya vimos otra cara del equipo hasta que se produjo una acción entre dos jugadores (uno local y otro rival) que se ensarzaron dando al traste con una, íncomprensible por parte del árbitro, suspensión momentánea del partido.
El tiempo que transcurre en este impass es el que hace que uno como entrenador progrese y la maduración personal se acelere. Había que estar atentos a las noticias de nuestro delegado desde el vestuario y tomar las decisiones más acertadas posibles para la reanudación; restaban por disputar 38 minutos.
El árbitro, en su estancia en el vestuario, decretó expulsar a dos jugadores por cada equipo. Había que jugar con 9. Les reuní en el campo y montamos nuestra disposición con 3 defensores, 3 centrocampistas y 2 delanteros. En ese momento ya varios jugadores estaban mermados físicamente y habíamos agotado 2 cambios.
Esos minutos fueron épicos por parte de nuestros jugadores sobre el campo. Marcamos el gol de la victoria e hicimos inmediatamente un cambio para apuntalar la defensa con un jugador más. Ellos nos bombardearían, como fue, a envíos a nuestra área y habíamos de defendernos, al mismo tiempo que, con lo que nos quedara, no renunciar al ataque (pudimos hacer algún gol más).
El final fue más épico aún cuando nos expulsaron a otro jugador más por doble amonestación quedándanos con 8 y el árbitro, después de anunciar ¡5 minutos de alargue! dio más de 8, minutos en los que mis futbolistas hicieron una lectura riquísima a nivel defensivo además de un casi inhumano esfuerzo.
Seguro todos hemos aprendido mucho de este esperpéntico y épico, a la vez, partido. Seguimos avanzando.
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