Como si fuese ayer mismo recuerdo la primera vez que Rafa Nadal se subió a lo más alto del cajón en el que es el mejor torneo del mundo en tierra batida. Era un crío y derrochaba tanto ímpetu como todavía tiene aunque ahora, por supuesto, es más completo y tiene más calidad. En el camino ha ganado y ha hecho que nos levantemos en cada punto de nuestros asientos, nada más y nada menos que en 5 ocasiones convirtiéndose en el rey absoluto de todos los tiempos en tierra. La semis han sido todo un espectáculo; excepto el primer set del partido Rafa-Murray, lo demás lo vi todo y, sin levantarme del sillón empalmé con el Djokovic-Federer; vaya espectáculo, más de 7 horas de tenis. Federer privó a Nole Djokovic de arrebatarle a nuestro Rafa el nº1 y de paso le venció después de 42 victorias consecutivas. Nadal-Federer, menuda final. Será durísimo el partido. Rafa tendrá que luchar ante la calidad y la exquisited de un Federer descomunal, sobre todo en el saque y también hay que mencionar, ante un público parisino claramente contrario a ver a Nadal en lo más alto. No entiendo esta actitud, bueno, mejor dicho, sí que lo entiendo; es frustrante que dos de los acontecimientos más importantes del deporte mundial como son Roland Garros y el Tour estén dominado un año sí y otro también por deportistas españoles. Fue vergonzoso e indignante ver cómo animaban a Soderling en 1/4 y a Murray en semis mientras en la otra semifinal aplaudían los puntos de ambos tenistas. Deberían ponerle un pedestal en esa pista a un deportista como Nadal por todos los valores que representa y no callar o animar continuamente a su oponente en un torneo tan prestigioso. Mañana volveremos a ver esta actitud del público aunque desde nuestras casas empujaremos para contrarrestar y animar a nuestro campeón. Vamos Rafa.
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