Una contractura muscular es, como su propio nombre dice, una contracción continuada e involuntaria del músculo o algunas de sus fibras, que surge al ejecutar un esfuerzo físico. Se manifiesta con una evidente prominencia de la zona afectada, la cual produce dolor y supone una alteración del normal funcionamiento del músculo. Suelen aparecer cuando el músculo realiza una actividad con intensidad no adecuada y pueden surgir en el mismo momento en que estamos desempañando tal ejercicio o después. Cuando se producen en el momento de ejecución es debido a que existe una acumulación de los metabolitos (no existe suficiente riego sanguíneo que depure la zona) y provocan dolor e inflamación. Cuando se producen después del ejercicio es por fatiga excesiva de las fibras, que al acabar la actividad ven disminuida su capacidad de relajación. Un buen calentamiento es la mejor forma de prevenir las contracturas musculares. También son muy recomendables ejercicios de flexibilidad, que mejorarán la distensión del músculo y facilitarán la recuperación del músculo tras el entrenamiento. Una vez que tenemos una contractura no hay otra opción que tratarla. Hay que acudir a un especialista y éste nos informará de los distintos tratamientos miorrelajantes y antiinflamatorios (relajan la musculatura y reducen la contracción), calor local (efecto relajante y analgésico), masajes (aumento del flujo sanguíneo) y estiramientos y actividad ligera en el agua. Es importante que se haga deporte de forma responsable, cuidando todo tipo de detalles…
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