Muchas veces nos sentimos lentos, torpes, parece que nos han pulsado el botón de «on», pero no hay manera de arrancar. Nos sentimos cansados y fatigados, buscando desesperadamente cualquier sitio para sentarnos e intentar echar una «cabezadita». La somnolencia consiste, básicamente, en tener ganas de dormir en cualquier momento y lugar. Esto significa un rendimiento inferior al habitual, pesadez corporal, lentitud en nuestros movimientos… No es algo habitual en nuestra rutina diaria y no siempre se puede achacar a una falta de horas de sueño, sino que tiene otra serie de causas. Por ejemplo, el calor excesivo. En invierno solemos ir muy abrigados y cuando estamos en casa acudimos a la calefacción o a la socorrida mesa camilla. Un exceso de calor hace que nuestros biorritmos decaigan y con ello nuestra energía, causando en nosotros una sensación de sueño. También hay que prestar especial atención a la digestión, ya que cuando comemos de manera copiosa lo que sucede es que el organismo se ralentiza pues todos los esfuerzos están puestos en digerir los alimentos. Se ralentiza especialmente si consumimos grandes cantidades de calorías o alimentos ricos en grasa. Otras causas posibles pueden atender a desajustes internos, como falta de hierro en nuestro organismo (nuestra energía está por los suelos), problemas de tiroides (esta glándula regula la actividad metabólica) o el seguimiento de un determinado tratamiento médico. Es muy importante que cuidéis vuestras horas de sueños y que llevéis actos de vida saludables para sacar todo el provecho a cada día que acontece… Con todas las cosas que se pueden hacer, no nos podemos permitir estar cansados.
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