miércoles, 31 de marzo de 2021

AHORA, VIENDO PASAR TRENES

Es innegable y queda representado continuamente en el devenir diario el ciclo de la vida. Nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos. Durante esta secuencia vital, nuestra consciencia ocupa un papel primordial y en la medida en que sepamos utilizarla, más allá de que lleguen a suscitarse circunstancias externas no manejables por nosotros, nos permitirá tener gratos recuerdos, pesadillas o momentos insulsos que se diluyeron inmediatamente. Evidentemente, con lo que respecta a nuestro nacimiento y edad temprana, poco control tenemos de nuestra existencia pero es en nuestro crecimiento y desarrollo cuando comenzamos a modelarnos y realmente construir nuestro yo. Surgen ideas, planes momentáneos y de futuro...es nuestra intención forjarnos entorno a una idea sobre qué quiero llegar a ser. Es en este desarrollo madurativo y de aprendizaje cuando se produce el alcance de muchas metas, algunas buscadas y otras que sobrevienen. En esta fase de la vida, además de tener consolidados tus principios así como lo concerniente a lo que las posibilidades te han conferido, es cuando empiezas a darte cuenta que lo idílico que pensaste para ti poco o nada ha acontecido. En momentos en los que tu valor o mérito ha asomado la cabeza a lo convencional, la masa ha reaccionado pisándote la cabeza por que a la misma, siempre reaccionaria a lo distinto, le costó asumir que alguien destaque de lo establecido o estandarizado. Repasas y ves que muchos jugaron contigo, te comprometieron, te arrastraron hacia sus intereses, se aprovecharon, te manejaron... Posteriormente, se llega a la fase de sentarse y ver pasar los aconteceres diarios para, en algunos, reírnos porque el boomerang que un día te tiraron para hacerte daño vuelve sobre los tiradores y en otros asistir atónito a lo que la experiencia ha llegado a enseñarte a lo largo de los años. Y, por último, nos adentramos en la última fase. Morimos y llegan elogios; todos se afanan en recordar lo que hicimos a lo largo de nuestro caminar por la vida y lo buenos que fuimos para nuestra gente y la sociedad en su conjunto; la cantidad de cosas fantásticas que hicimos, los méritos que alcanzamos, nuestros currículums... Sin duda, una de las llaves maestras de la vida es identificar en cada una de estas fases cuándo es nuestro momento de esplendor y declive. Si este aspecto de identificación no sabemos manejarlo, quedaremos abocados a un conflicto interno continuo. Debemos saber hacernos a un lado cuando corresponde. A saber cuándo nos toque a cada uno, llegar a esta última fase, siento que estoy en la de sentarse a ver pasar trenes.

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