A nadie escapa que hay una serie de aspectos y comportamientos de este término que están presentes en el mundo del fútbol. Estoy seguro que tanto personal de fútbol, ya sean jugadores, entrenadores, otros técnicos así como cualquier aficionado de a pie echa mano de alguna manía o superstición para relacionarla con el éxito o fracaso de su equipo.
Ocurre igualmente cuando apelamos a la suerte si algo no ha ido bien, incluso se llega a tener tal convencimiento en el argumento esgrimido al servir de sosiego o efecto placebo.
Y aunque puedo mostrar mi más profundo respeto por este tipo de pensamientos no puedo más que ser contrario en ambos casos. Desde mi punto de vista no te va a hacer ganar un partido volverte a colocar una prenda determinada, ir por el mismo camino o realizar la misma rutina que la última vez que conseguimos la victoria, ni salir con el pie derecho al campo, ni sentarte en el mismo lugar en el banquillo o salir a la misma hora de casa. Creo que un buen futbolista y un buen entrenador deben invertir más tiempo en el entrenamiento de los aspectos del fútbol, en la minimización de errores así como en la fijación y visualización del acierto como armas más poderosas para salir victoriosos en el siguiente partido.
Igualmente he de ser muy crítico con futbolistas, entrenadores y dirigentes que se acogen a todas las acepciones de la palabra suerte para enmascarar una falta de acierto, tan imprescindible en un juego como puede ser el fútbol.
Si aciertas, ganas y si no lo haces y lo hace tu rival, perderás. En ese sentido la clave está en preparar todo para acertar.
Ya estoy cansado de escuchar declaraciones apelando a la suerte "el equipo rival ha tenido suerte", "hemos tenido la mala suerte de dar en el palo, de lesionarse un jugador......que si nos hemos quedado con 10, que si el árbitro, que si el césped, que si hemos dominado pero el balón no ha querido entrar...."; desde mi punto de vista todas ellas resultan ser vanalidadesy cantos al absurdo.
Cualquier variable que se pueda presentar en el juego hay que tenerla controlada y preparada para que, hipotéticamente, pueda llegar a manifestarse. De nada me sirve un lamento si dejo de invertir tiempo y empeño en la siguiente acción. Sólo los jugadores, entrenadores, que salten al campo admitiendo que cualquier variable del juego se pueda manifestar o a cualquier cambio que se pueda producir, en cualquier momento, será el que verdaderamente entenderá este juego y estará más preparado para el arte de ganar.

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