lunes, 27 de agosto de 2012

LA GESTIÓN DE LAS DERROTAS EN EL FÚTBOL

En el devenir de la vida se suceden todo tipo de situaciones....a veces tenemos grandes alegrías contrastadas con grandes decepciones y sinsabores. Es necesario tener un adecuado equilibrio emocional para saber aceptar ambas situaciones como cosa normal de este caminar diario, no darle un desmesurado tratamiento y controlar los posibles excesos de euforia y disforia que puedan provocar en algo tan vulnerable, si no está curtido, como nuestro "sistema emocional".
El deporte, como lección de vida, es completamente similar, y el fútbol en particular, igualmente se manejan situaciones parecidas.
Muchos olvidan que el fútbol es un juego y como tal juego se producen victorias y derrotas. De la buena preparación que hagas de tu equipo cuando ganas, para cuando se pierda, está una de las claves para evitar perder nuevamente. Aunque muchas veces son necesarias y terapéuticas las derrotas para recapitular buenos procederes y poner freno a posibles acomodamientos que son incompatibles con el fútbol como juego en el que el nivel de alerta siempre ha de ser máximo y ante cualquier rival.
Inherente a una consecución de victorias es una gran trabajo tiempo atrás. Una buena planificación, un trabajo meticuloso y de rigor así como un nivel alto de perseverancia y creencia en una filosofía, idea o plan son fundamentales para el éxito. Todos estos aspectos han de aparecer en cada sesión de entrenamiento y cuando todos los integrantes de un grupo comulguen con un patrón de funcionamiento, el éxito está cercano.
Ahora bien, en el caso de derrotas, éstas habría que estudiarlas desde 2 vertientes; 1-cuando se producen después de haber cumplimentado todos y cada uno de los pasos de una una concienzuda planificación o 2-cuando previamente todo te ha ido bien y de repente empiezas a perder. En el primero de los casos habría que revisar el procedimiento utilizado porque algo falla en el engranaje. Si en cambio se da la segunda situación, es síntoma que durante las victorias no te has preocupado de ir limando pequeñas asperezas que pudieran ir minando tus fortalezas, llegando a convertirse rápidamente en debilidades.
Un equipo de fútbol está compuesto de muchísimos elementos cuya coordinación e interacción son necesarias ir renovándolas diariamente a pesar de que todo funcione aceptablemente. Y, por supuesto, recordar incansablemente el argumento que te haya llevado al éxito.
Todo es efímero, tanto victorias como derrotas, cuando alcanzamos las primeras, el nivel de alerta ha de seguir intacto para no caer en la relajación que suscita "hacer poco para ganar". En cambio, cuando se producen las derrotas, lo fácil es culpabilizar a "cualquiera que no sea yo", aparecen síntomas de frustración y de derrumbe del castillo que has construido durante mucho tiempo. Es necesario, llegado el caso, limitar las apariciones públicas (cuando menos, hablar lo mínimo posible y reforzar la idea de grupo) y volver a reformatear ideas y procedimientos. Hacer mención, cómo no, al puñado de pobrecitos que suelen asomar la cabeza en estos casos de derrota para hacer más leña del árbol caído y aprovechar una situación de posible debilidad para servirle de burla o mofa, la misma cuya respuesta debe ser la indiferencia y la lucha sorda con tu equipo.
Como entrenador serás el máximo responsable de reconducir la nave con toda su tripulación a partir de la templanza, la meditación, el control y el liderazgo. Es necesario encerrarse con el equipo y redoblar esfuerzos en "poner todo en orden". El entrenamiento, la terapia de grupo y la convivencia más estrecha serán fundamentales para salir de una situación negativa. Tras un primer análisis donde habría que poner el dedo en la llaga de cuáles son los errores cometidos, identificarlos y combatirlos, lo demás quedaría a merced de machacar sobre ellos y reforzar todo lo que hacemos bien. En este tipo de situaciones, de entrenador menor es cargar culpas, no invirtiendo tiempo en el autoanálisis.
Como cualquier entrenador, un servidor, ha vivido más de una situación de este tipo y resulta fundamental influir positivamente en el equipo haciéndoles ver la luz donde momentáneamente no la puedan ver así como apretar mas fuerte los dientes en el trabajo diario, y, siempre, recurrir a tus principios. De la seguridad y la sabiduría que irradies dependerá que puedas reconducir y "arrastrar" de nuevo a tu equipo al éxito.

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