Seguramente, hace tiempo que todos estemos deseando de arrancar hojas del almanaque y empujar las agujas del reloj para que 2020 se marche y borrar su faz de nuestra memoria. Habrá dejado mucho dolor y un cambio drástico en la humanidad. Nuestras costumbres, nuestra forma de entender la vida hasta ahora, nuestra cercanía, afabilidad, abrazos, besos...todo ello lo ha modificado, habremos de adaptarnos a otras formas a una sociedad ya viciada por estreses y prisas. Habrá arrasado casi todo dejando un poso de pena, rabia, desconfianza, incertidumbre, desasosiego, indignación... Y también habrá sacado a la luz muchas otras cosas, quién está y merece la pena y quién menos.
Que nuestro paso por la vida es más efímero de lo que hasta ahora habíamos entendido ha quedado más que patente. No somos nada y quedamos a expensas de lo que un microorganismo nos tenga asignado.
Poco ha sido el amparo que a nivel estamental hemos recibido. Nos tratan como a peleles y ningunean continuamente nuestra inteligencia, eso sí, sus intereses personales no habrán salido mermados en ningún caso. El fruto es una sociedad excesivamente fragmentada. Han alimentado algo que nunca, en más de 40 años de democracia, hubiéramos pensado. De extraordinaria gravedad puedo adjetivar lo que hoy día podemos llegar a contemplar cuando salimos a la calle, estamos siendo catalogados en la dicotomía de rojos o azules. Por la fuerza de sus extremas convicciones están intentando colocarnos un zurrón u otro. Tienen la necesidad de adoctrinar nuestra forma de pensar para controlar sus sondeos. Quisiera equivocarme pero se está germinando lo que pudiera ser una nueva guerra civil, sería imperdonable pero, sin duda, están jugando con fuego.
Las nuevas tecnologías y redes sociales han dado al traste definitivamente en tesis doctorales novedosas y no tanto por lo que exponemos en ellas sino por el lenguaje no verbal que subyace. A modo de "me gusta", retwit y, mucho más, la no manifestación, sabiendo que todo el mundo lee e investiga todo, dice mucho, muchísimo...además de guardarse en la hemeroteca.
A nivel personal, mi objetivo sigue siendo luchar y velar por los intereses de mi familia y, si puedo, de paso también los de mis amigos. Gran parte de mis pensamientos han estado y seguiré haciéndolo hasta conseguir llegar a la meta, con mi primo José Mari y su recuperación. Es un ejemplo de vida, de superación y entereza. Es un Rafa Nadal anónimo.
Mis convicciones futbolísticas y mis metas siguen intactas, seguiré luchando por seguir creciendo. Intentaré que nada sea obstáculo que impida mi progresión. A nivel intelectual, tengo la obligación de seguir sujeto a mis ansías de sabiduría, venga desde donde venga (estudios, lectura, experiencia de otros...) y a nivel familiar, tener la enorme dicha de ver el crecimiento y evolución de los míos.
2021, no sé qué harás del mundo, de nosotros (ingente el mal que ha hecho la humanidad a su hábitat durante muchísimo tiempo como para pedir nada) y aunque debemos quedar en guardia para lo que oses traernos, yo te pido salud para mi familia (acentuada en él) y para todos; de paso, también, que echemos todos un poco el balón abajo.
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