La situación es la siguiente: el primero en cruzar la línea de meta en la final de los 400 m. lisos del Campeonato del Mundo en pista cubierta en Birmingham fue Óscar Husillos; 44'92 su marca, a la postre la 5ª mejor marca mundial y la mejor de un atleta de raza blanca en esta prueba. Motivos suficientes para estar exhultante, él y nosotros.
Y, como la vida misma, sólo hay 2 segundos o 2 centímetros para que todo cambie y pases del cielo al infierno o al revés. Aún tocando el cielo, le comunican que 2 cm. de su pie izquierdo invaden la pista 5 con lo que queda descalificado de la prueba. Ante la inmediatez momentánea de desolación y gran disgusto (llanto en privado incluido), varios minutos bastaron para ser bandera del deporte y de la vida huyendo de victimismos, excusas y culpas a terceros con las siguientes declaraciones:
"Asumo que hay unas reglas y las he vulnerado por mucha pena que sienta ahora y muy grande que hubiera sido este éxito para mi. Prometo luchar para volver a conseguir en agosto en el Europeo de Berlín el oro y ésta o mejor marca". Eso sí que es una lección, como también lo son las declaraciones del checo Pavel Paskal que al recibir la medalla de oro dijo que "la recibía pero que el merecedor era Óscar por haber sido casi 1 segundo más rápido que él".
Este tipo de improntas son las que deben proliferar en el deporte en contraposición con cualquier declaración de futbolista, entrenador o dirigente de este deporte que es noticia por sobresaltar continuamente las excusas del tipo "el árbitro nos perjudicó", "tuvimos mala suerte", "los horarios nos perjudican", "el césped nos incomoda"..., todo lejos de hacer autocrítica, asumir errores o emplazarse a luchar y esforzarse para tornar la situación en un futuro éxito.
He aquí lo que debe ser un ejemplo del deporte y de la vida y, por contra, lo que asumimos como normal y veraz simplemente porque salen de boca de "nuestros ídolos, ejemplo ellos de superficialidad y del irrealismo más sugerente".
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