Baste la tibieza con que se ha reaccionado por quienes debieran haber salido en nuestra defensa para que a uno que le duele no le quede más salida que una manifestación de repulsa por xenófoba, irrespetuosa, sectaria y por un profundo desconocimiento de todo lo que ha mencionado el obispo de Salamanca; dícese por obispo sucesor de los Apóstoles.
Y es que este prelado, no sólo no muestra sus libres opiniones en privado sino que osa remitir una carta 17 Hermanos Mayores instándoles a que no se utilicen vocablos del argot cofradiero andaluz en las procesiones salmantinas y en la que lees recomienda que "trasladen a los capataces y jefes de paso huir del acento andaluz ya que no es una forma normal de hablar y que suena hasta mal"
Un servidor, que se siente andaluz por los cuatro costaos y amo mi tierra desde Ayamonte al Cabo de Gata, me siento ofendido por estas faltas de respeto a nuestro habla, nuestras tradiciones y nuestra identidad.
Parece ser que es blanco fácil insultar, ningunear y mofarse de todo lo andaluz; pues señor obispo, usted y todos los que osen, en cualquier ámbito, faltar a lo andaluz, sepa que la persecución y orden de captura que recomienda usted no hace más que alejarle de Dios, Aquél del que usted debiera ser embajador de Su causa y Su palabra.
Utilicen las expresiones que quieran en sus procesiones y, es más, si utilizan las nuestras, gustosamente se las cedemos pero tenga por seguro que ni sus faltas de respeto ni la malsonancia hirientes de sus manifestaciones van a influir ni un ápice para que, cuando suene el martillo se estremezca el corazón de más de 8 millones de andaluces.
Parece ser que es blanco fácil insultar, ningunear y mofarse de todo lo andaluz; pues señor obispo, usted y todos los que osen, en cualquier ámbito, faltar a lo andaluz, sepa que la persecución y orden de captura que recomienda usted no hace más que alejarle de Dios, Aquél del que usted debiera ser embajador de Su causa y Su palabra.
Utilicen las expresiones que quieran en sus procesiones y, es más, si utilizan las nuestras, gustosamente se las cedemos pero tenga por seguro que ni sus faltas de respeto ni la malsonancia hirientes de sus manifestaciones van a influir ni un ápice para que, cuando suene el martillo se estremezca el corazón de más de 8 millones de andaluces.
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