Existe, a mi modo de ver, una problemática pocas veces analizadas, al menos en la profundidad que requiere. Y no es otra que la salida al campo de los jugadores que no han partido de inicio.
Es necesario apuntar y sobre ésto sí que hay más de una tesis, las nuevas tendencias y novedosos formatos para el calentamiento de los 11 jugadores que salen al campo en el equipo de inicio (no me gusta llamar a los jugadores como titulares ni suplentes), me refiero al plano físico, motivacional sobre todo, etc.
En cambio, aquellos jugadores a los que el entrenador manda a calentar para saltar a jugar en el momento que lo estime conveniente no gozan ni de certidumbre de cuándo lo harán ni siquiera de la capacidad y fuerza colectiva de arenga para no desentonar motivacionalmente, como ha ocurrido con sus compañeros antes del comienzo del partido.
Y es que, si bien es cierto que en equipos de élite el futbolista suele estar acompañado por un preparador físico que le va dando pautas determinadas, incluso así, existe una inmensa mayoría de jugadores que no saltan al campo en las condiciones idóneas. Éstas son, desde mi punto de vista, una concentración adecuada respecto al momento que salta al campo según el marcador del partido y la posición que vaya a ocupar, intensidad física acorde, capacidad motivacional adecuada, objetivo individual y colectivo perfectamente visualizado así como determinación y convencimiento de realización de lo que se le haya encomendado.
Es tarea de pretemporada, determinar unas indicaciones estandarizadas, además de las concretas del entrenador en el momento en que vaya a saltar al campo el jugador del banquillo, para que no se dé lo que suele verse asiduamente, ésto es, jugadores que salen fríos y que les cuesta aclimatarse al ritmo, ubicarse en el campo, intensidad y condiciones generales del partido.
El jugador del banquillo debe ser consciente que sale para contribuir a dar solución a un posible problema y que será determinante concienciarse de su frescura física y mental. Mucho más acusado debe resultar en aquél que deba demostrar a sí mismo y a su equipo que es él quien debe salir de inicio. Cualquier amparo en la desidia o el lamento de no haberlo hecho de inicio determinará rápidamente de qué pasta está hecho el futbolista y si está preparado para la adversidad, ni que decir de la contribución que debe poner en liza el tiempo que le toque jugar en ese partido.
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