Aún días después de lo acontecido en el Camp Nou en lo que fue el circo de la final de la Copa del Rey 2015, resuenan las indignaciones.
Los cabreos suelen llegar por situaciones no esperadas, en este sentido pregunto: ¿hay alguien que dudara que esto iba a ocurrir?, por tanto, ¿por qué enfadarse?. Se necesitan menos enojos y más actuaciones. Consejo superior de Deportes y Federación Española como organizadora del evento deben legislar para evitar este tipo de bochornos premeditados y orquestados (aquellos que se escudan en la libertad de expresión para justificar tales faltas de respeto, seguro, se convertirían en intolerantes si estos atentados repercutieran ante sus sentimientos o intereses). Si en el protocolo de medidas figuraran desde poner tan alto el himno que ensordecieran los pitos hasta la descalificación de ambos equipos de la competición pasando por la suspensión del partido o una multa ejemplar dejaríamos de ser jauja.
Desde el día que se supo que ambos equipos jugarían esta final, ambas aficiones y un buen puñado de políticos se frotaron las manos porque ya constituía un triunfo reivindicativo y una ocasión única hacer comanda para silbar el himno, no podía darse una encerrona más perfecta (bueno sí, podría haber sido de matrícula de honor de haberse podido celebrar en el Bernabéu). De los 98.000 que asistieron al campo sólo 40 o 50 se quedaron sin pitar (jugadores, cuerpos técnicos y algún otro político) y no por falta de ganas de algunos de ellos.
Me hace gracia la Comisión Antiviolencia colocando informadores camuflados entre el público durante toda la liga para "anotar" los insultos e improperios de los maleducados que acuden a los estadios y en ésto ni mu, ni mu tampoco a los pitos repartidos en los prolegómenos del partido.
No puedo emitir juicio deportivo alguno porque no pude ver el partido pero creo que de haberlo podido hacer no lo habría visto.
Y a lo mejor aún no lo hemos visto todo, el comienzo de la temporada próxima traerá el mismo Athletic-Barça en la Supercopa de España; ¡toma ya y a doble partido!, más pitos y esta vez al cuadrado.
Me enorgullece que el fútbol español sea valorado por llegar a finales importantes, por contar con 5 equipos en la Champions y me avergüenzo por la politización que una minoría amparada en las alegalidades hacen, aprovechando una cámara de todos, con la única intención de afear lo deportivo y faltar a los respetos debidos.
Desde el día que se supo que ambos equipos jugarían esta final, ambas aficiones y un buen puñado de políticos se frotaron las manos porque ya constituía un triunfo reivindicativo y una ocasión única hacer comanda para silbar el himno, no podía darse una encerrona más perfecta (bueno sí, podría haber sido de matrícula de honor de haberse podido celebrar en el Bernabéu). De los 98.000 que asistieron al campo sólo 40 o 50 se quedaron sin pitar (jugadores, cuerpos técnicos y algún otro político) y no por falta de ganas de algunos de ellos.
Me hace gracia la Comisión Antiviolencia colocando informadores camuflados entre el público durante toda la liga para "anotar" los insultos e improperios de los maleducados que acuden a los estadios y en ésto ni mu, ni mu tampoco a los pitos repartidos en los prolegómenos del partido.
No puedo emitir juicio deportivo alguno porque no pude ver el partido pero creo que de haberlo podido hacer no lo habría visto.
Y a lo mejor aún no lo hemos visto todo, el comienzo de la temporada próxima traerá el mismo Athletic-Barça en la Supercopa de España; ¡toma ya y a doble partido!, más pitos y esta vez al cuadrado.
Me enorgullece que el fútbol español sea valorado por llegar a finales importantes, por contar con 5 equipos en la Champions y me avergüenzo por la politización que una minoría amparada en las alegalidades hacen, aprovechando una cámara de todos, con la única intención de afear lo deportivo y faltar a los respetos debidos.
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