Infinidad de veces en la vida suele ocurrir que nos sorprende la derrota (suspendemos un examen, no nos eligen para un puesto de trabajo, nos sobreviene una enfermedad...). Puede resultar un golpe tan duro que nos condiciona para el presente, incluso para el futuro.
El deporte, quizás, es donde más suele manifestarse estos resultados. Hemos de convivir con las derrotas, incluso el fino hilo que las separa de las victorias es tan insignificante que queda a merced de simples detalles caer de un lado u otro.
En el caso del fútbol, que es sobre lo que deseo versar este análisis, la lectura suele ser parecida con la particularidad de que al ser un deporte de equipo, los entes hacen más compleja la gestión de las derrotas.
Primeramente, dice mucho del futbolista la "educación deportiva" que ostente o que traiga de base. Un chico al que se le ha ido educando a dar valor a las victorias en su justa medida, al esfuerzo por conseguir metas alcanzables y reconocer la derrota como momento posible del desarrollo del juego, trae mucho ganado incluso aún cuando haya que seguir cultivándolo.
Bajo la absurda expresión de "ganador nato" se esconden cientos de futbolistas y entrenadores. Y me pregunto, quién no es un ganador nato?, a quién le gusta perder?. Por supuesto que son lícitas la frustración y la decepción momentánea, pero escudarse en estas afirmaciones para desarrollar procederes irracionales o arrebatos descontrolados dicen mucho de qué altura tienes como deportista. Sólo aquéllos que se hayan formado y preparado estarán listos para cuando llegue el momento de "tolerar" las derrotas; algo duro y difícil más porque todos jugamos para ganar.
Por tanto, como entrenador o conductor de grupos has de hacer saber que incluso haciendo un gran esfuerzo y poniendo todo en el asador para obtener la victoria puedes perder porque se trata de un juego y puede darse un mayor acierto de tu rival o un menor error que el mismo. Siendo así, hemos de considerar "normal" un resultado negativo aunque nos resistamos deportivamente para que no se dé.
En segundo lugar y OBLIGADO es reconocer los méritos de tu rival y no plantear excusas que no hacen más que ahondar en tu debilidad.
El saludo deportivo y la asunción de la inferioridad han de aparecer inmediatamente. Es el primer paso para buscar el siguiente objetivo a la vista.
Cómo no, son muy necesarios los análisis internos para buscar las causas de esta derrota pero han de tratarse profundizando no tanto en cuestionar la no acción sino en la acción correctiva que deba realizarse.
Un vestuario es una minifamilia en muy pocos metros cuadrados y las pequeñas decepciones suelen multiplicarse si no existe una cohesión interna a prueba de bomba por lo que en los momentos de derrotas han de ser los líderes (previamente aceptados como tal por la plantilla o nombrados por el Equipo Técnico) quienes pasen a comandar a efectos emocionales y refuerzos positivos).
De esta forma de encarar la búsqueda del próximo objetivo dentro de un marco de cohesión, el "tragarse" la amargura mmomentánea que se produce cuando pierdes y el refugiarse en el trabajo diario así como la perseverancia en los principios asumidos dependerá en gran medida que la próxima victoria quede mas cercana y afecte en menor medida en devenir de frustraciones que pudiera sobrevenir cuando vuelva a suceder otra derrota, que, sin duda, llegara.
El entrenador, como eje conductor de todos estos parámetros, ha de mostrarse siempre firme e integrador para que la nave siga a flote.
Para ello ha de luchar para que todos los integrantes de su plantilla sean jugadores de equipo así como eliminar conductas contaminantes, como bien aparecen sus diferencias en esta ilustración.
Sé que suscitan cientos de circunstancias pero no me cabe duda que en la gestión de las derrotas si no se tiene un patrón finalmente loselementos absorben a la estructura cual agujero negro hasta el abismo.
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