Nuestro deporte goza de una salud que, a ojos de la historia, no quedará indiferente esta generación. En casi todos los deportes somos referencia mundial. Nuestros ídolos generan una alta expectación cada vez que se enfundan sus casacas para "combatir" y generándonos una gran ilusión a aquéllos que amamos el deporte.
Que un prodigio llamado Marc Márquez estaba llamado a tener un sitio en el Olimpo, ya se sabía pero debía tener una confirmación y no nos podía defraudar alguien que está tocado por la varita mágica. El G.P. de las Américas le ha visto coronarse subiendo a lo más alto del cajón por delante de sus dos ídolos Lorenzo y Pedrosa, confirmando y refrendando un dominio absoluto de las dos ruedas por muchos años. Grandioso Marc.
Pau Gasol y sus Lakers han perdido su primer partido de la serie que le enfrenta a los Spurs aunque seguro nuestro Gasol no ha dicho su última palabra.
Rafa Nadal, después de 46 victorias consecutivas en la tierra abatida de Montecarlo, ha perdido en la final ante Djokovic y lo ha hecho como lo hacen los inmesamente grandes, con la cabeza alta y felicitando al campeón. Nadal es deporte en grado máximo.
Fernando Alonso, volvió a dar otra lección de lucha, inconformismo, pundonor, superación y excelso pilotaje en Barhein con unas condiciones muy adversas de carrera al quedar inutilizado su alerón trasero en las primeras de cambio. Como digo, si los nuestros son grandes dándonos cada semana tantas alegrías con sus triunfos, lo son aun más cuando pierden por lo caro que venden su piel, consituye toda una lección de vida. Bravo por Alonso, me rindo ante todo lo que nos enseñan nuestros deportistas.
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