Cada día que transcurre que rindo más a la afirmación de que el fútbol es de los futbolistas. Tú como entrenador puedes llegar a influir un mediano o alto porcentaje en lo que puede llegar a ser la filosofía de juego propuesta, en la búsqueda del acierto al poner a jugar a tal o cual futbolista, en controlar muchos de los factores que se dan en la vida de los mismos dentro del equipo pero los actores son ellos y ellos son quienes tienen la última palabra o mejor dicho, el último pase. Repito, si tú como entrenador no identificas que cada domingo estamos en sus manos y nuestro destino o éxito queda a merced de su inspiración, su estado de ánimo creo que estamos equivocados. El kid de la cuestión está en el toque personal que le pueda dar cada uno desde su sapiencia para crear las condiciones idóneas y así explotar estos condicionamientos inherentes del fútbol.
Siendo así, el futbolista ha de ser responsable con toda su preparación semanal, su alimentación y su descanso (los susodichos 3 pilares del rendimiento), claro está, todo ello, si la pretensión es esa búsqueda del rendimiento. Si estamos sólo para "echar un ratito" y no para obtener el máximo rédito competitivo, el planteamiento sería otro.
Hoy día, en el fútbol es más importante un entrenador con buenas dotes en conducción de grupos que aquéllos que creen basar el anhelado éxito en la tecnificación de sus procedimientos. Aunque, de todo ello, me imagino, que en el término medio estará la virtud.
Algo de todo ello le ha ocurrido a mi equipo para sólo empatar en el C.D. Diez.Sanlúcar 0- Umbrete 0. No se puede ganar un partido cuando tu rival se siente cómodo defendiendo y cuando no siente ansiedad y nerviosismo por lo que debe ser un asedio tuyo en busca de una victoria.
Ni disparos a la portería, ni asociación en metros finales, ni determinación en busca del gol......sólo un control insulso de 3/4 de campo. Algo que no te da ni puntos en la clasificación ni emoción para jugar a ésto del fútbol. Bien es cierto que nuestro potencial ofensivo estaba casi totalmente mermado motivo de ausencia de todos nuestros delanteros pero nada es excusa (no me canso de repetirlo); hemos de saber cómo hay que hacerlo. El partido no tuvo nada más y dejamos volar otros 2 puntos que nos empuja al sendero de hierbas malas llamado irregularidad.
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