lunes, 1 de octubre de 2012

UNA CARTA A MAGDALENA

A estas horas donde tu cuerpo aún sigue con nosotros y tu alma ya ha volado hacia otro lugar y pesar de que mi pena por tu ausencia me haga no tener ganas de nada, sé que no me perdonarías si no te escribo algo que seguro leerás allá donde te encuentres.
Muchas fueron las conversaciones que tuvimos ambos...., de todo, de política, de tu vida, de la mía, de las cosas de nuestro pueblo, y para nosotros queda todo lo que hablamos. Cuando me anunciaste tu enfermedad recuerdo que me dijiste: "se cree que podrá conmigo"; yo no tenía duda de que ese maldito había "pinchado en hueso". Yo quería estar cerca tuya para que me enseñaras cómo hacías para soportar todas las pruebas que te había enviado la vida. Era inhumano saltar todas las vallas como tú lo hacías, no había cuerpo que lo resistiera excepto alguien como tú, con una fuerza interior indescriptible.
Hace sólo dos días, cuando hablamos por última vez, me dijiste "vecino, no tengo más fuerzas para luchar", era la primera vez, después de todo lo que habías pasado, que me lo decías; y aunque me enfadé contigo porque me mencionaras ésto, cuando recapacité, me dí cuenta que ya no podías más, era verdad.
Estudiaste Derecho y leíste, yo qué sé cuántos libros; yo te decía, ¿otro?; eras de izquierdas, de las que saben quién fue Pablo Iglesias, ya me entiendes; una gran madre para tus hijos y adorabas a mi familia y todo lo que hacíamos, desde el primer al último miembro. Qué te puedo decir?, seguro cuando en mi vida se me presente una debilidad, no tengas dudas que te llamaré para me des consejo.
Magdalena, has sido un ejemplo de superación, eso nunca lo debe olvidar este pueblo.
Seguro, cuando estos momentos lamentabilísimos se presentan, todos hacemos propósito de enmienda y nos decimos: "¿nos merece la pena la conducta y comportamiento que tenemos con nuestros semejantes, si vamos a estar por aquí 2 días?", pero a los dos minutos se nos olvida y cada uno, como hij@ que es de su padre y su madre, retornamos a la triste realidad de esta vida hipócrita e interesada.
Vecina, te recordaremos por tu persona pero más por el mensaje de vida que has dejado. Esta vida que te ha mandado muchas más piedras que flores pero jamás ninguna de ellas te ha doblegado porque siempre has sido una mujer con dos cojones.
Un beso grande y descansa en paz


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