Con la firme intención de estar atento y ser mero observador de todo cuanto ocurriera en un acontecimiento que "sólo" tiene lugar cada 7 años he ido este domingo al Rocío, acompañado de mi mujer. Y puedo confirmar, y no es que no haya sido testigo directo en otras ocasiones, que el fervor y la pasión que levanta esta Virgen entre la muchedumbre es digno de estudio además de ser algo muy llamativo.
Por la mañana parecía que el día estaría fresquito y el revuelo era notorio desde temprano
las visitas se sucedían como prolegómeno de lo que se viviría a la tarde
Momento antes de saltar la reja los almonteños, a eso de las 16'30 h. La temperatura dentro de la Ermita era infernal, más de 40 grados que junto al efecto invernadero que se vivía por la aglomeración de gente, la respiración se hacía más que complicada
ya en la explanada, a la salida de la Ermita, cercanos a 45 grados, era ingente el número de personas allí congregadas y la cantidad de "trabucazos" que se lanzaron al aire
merecía la pena ser testigo de tanto fervor popular
la marea humana se disponía a acompañar a la Virgen hasta Almonte y se veía a todo el mundo ataviado con ropa cómoda, sombreros, mochila en espalda con agua así como pañuelo y vara para caminar
Una vez que todo quedó en calma, abrumado por tanto gentío y agobiado por el inmenso calor, me quedé pensativo mirando la botella de agua antes de lanzármela por el cuello
guapas rocieras
agotados por el calor pero felices por haber acudido
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