Cuando realizamos la planificación anual que comprende periodo competitivo, con sus macro, mesos, micros y sesiones, así como las recomendaciones en periodo transitorio (desde que finaliza la temporada hasta que comienza la siguiente), se suele obviar los pequeños lapsus en época competitiva motivados por los días de fiesta, llámense días de Navidad, Semana Santa o algún puente. Son en estos casos cuando la continuidad en la preparación suele sufrir recesos o lagunas que posteriormente suele tener relación directa con los posibles resultados negativos y alguna divergencia en el funcionamiento adquirido con la sucesión de sesiones. Y no me refiero exclusivamente al plano puramente físico. Con la continuidad de sesiones de entrenamiento no sólo se consigue tener el tono físico requerido para el momento de la temporada en el que nos encontremos sino además una serie de automatismos tales como percepción de los espacios, tiempo, dominio de movimientos sobre el campo, compenetración e intercomunicación con los compañeros así o soltura en el manejo del balón....Todo ello se ve mermado en el momento en que se interrumpe esta "rutina" por alguna festividad. A ello hay que unirle que no sólo no se acude a entrenar sino que se descuida un poco la alimentación y el descanso (entrenamiento, alimentación y descanso adecuada son los pilares del rendimiento deportivo). Es necesario, por tanto, diseñar algún tipo de trabajo que palíe un poco esta merma para que este parón se note lo menos posible. En mi caso, éste que ven en la ilustración es el trabajo que presentaremos a los futbolistas de mi equipo juvenil para que realicen durante varios días de esta Semana Santa.
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