Me considero alguien que, aunque he bebido de muchos compañeros que me han aconsejado, amigos que me han enseñado y maestros que me han marcado el camino en ésto del "arte de la guerra" y que, a la postre resulta en una enseñanza de vida, puedo decir de mí mismo que me acerco a lo que puede llamarse ser un autodidacta. Como tal que me considero, suelo elaborar mis propios principios para el fútbol que, también a la postre, lo son para mi vida (mi vida es al fútbol como la claridad al día). Siendo así, hay algo que siempre repito a mis futbolistas y es que "cuando las cosas vayan mal hay que apretar los dientes y recurrir a mis principios".
Todo esto lo menciono como análisis y resumen de lo vivido en el partido C. D. Diez-Brenes de categoría juvenil cuando la consecución de los 3 puntos fue de una extraordinaria dificultad a pesar de lo que indica el resultado, 5-0 a nuestro favor fue el tanteo final. Con una 1ª parte en la que finalizamos 0-0 desesperanzador, y no por el resultado en sí, que también, pero por una actitud generalizada que poco tiene que ver con los ideales que es mi trabajo inculcar a los jugadores de mis equipos basados en el esfuerzo y la superación, todo teniendo como fin último la dotación de una identidad y un alma que deben ir más allá de la paradoja que pueda darse en cualquier resultado.
Cualquier futbolista que ose chocar con esta pared de hormigón, eso, chocará con una pared y tendrá dos opciones: o hacer una continua reverencia a este monolito sagrado que ensalza unos valores grupales muy marcados o dar la vuelta y buscar otro camino.
Bien es cierto que la 2ª parte cambió el decorado, fuimos nuevamente lo que buscamos ser y a los 7 minutos ya ganábamos 2-0 para cerrar el partido minutos más tarde gracias al acierto y el derroche de compromiso de todo el equipo y capitaneado con la firma de Pedro Morales. Así, sí, y la 1ª parte arrástrenla rápido a la papelera de reciclaje.
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