No cabe duda que en materia de medio ambiente hay muchas batallas que librar, sobre todo en el terreno de la energía. Ésta forma parte de nuestra vida diaria, siempre la tenemos ahí, dispuesta, y no pensamos de dónde procede o lo importante que es usarla correctamente. Si no somos conscientes de ésto, nuestro país necesitará importar cada vez más energía, mientras que las reservas de combustibles fósiles disminuyen rápidamente y los precios aumentan a niveles desorbitados. Todos juntos podemos hacer que las cosas sean diferentes, llevando a cabo políticas de educación sobre un uso más eficaz de la energía. Se trata simplemente de reflexionar sobre nuestros hábitos de consumo y, sobre todo, implicar a los niños en esta tarea. Es preciso que se impulsen iniciativas en las escuelas para promover la concienciación energética e inspirar cambios en el comportamiento, que a su vez va unido, de forma transversal, a muchos temas del programa educativo. Puede incorporarse a los cursos de ciencias humanas, sociales y físicas, así como a aspectos de la ética. Además, es un tema que se adapta al estudio práctico y al cálculo teórico, tiene su vertiente histórica y proporciona un amplio margen para la interpretación artística, cultural y científica.
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