martes, 9 de noviembre de 2010

PINTORES CON HISTORIA (VI)

El entierro del Señor de Orgaz
El Greco, 1587
Óleo sobre lienzo • Manierismo
480 cm × 360 cm
Iglesia de Santo Tomé, Toledo, España
Óleo sobre lienzo. 4,80 x 3,60 m. Traducción de la firma: “Dominico Theotocopuli, 1578” (fecha de nacimiento del hijo del Greco, no del inicio de la obra). Algunos autores la han definido como “no sólo es la obra cumbre de El Greco, sino la obra maestra de toda la pintura”. El Greco lo pinta en plena madurez artística. Tiene rigor arquitectónico y una unidad extraordinaria a pesar de los dos partes en las que está dividido. En esta obra están presentes todos los elementos del lenguaje manierista del pintor: figuras alargadas, cuerpos vigorosos, escorzos inverosímiles, colores brillantes y ácidos, uso arbitrario de luces y sombras para marcar las distancias entre los diferentes planos, etc. Cuando el Greco se instala en Toledo, alcanza esa madurez pictórica que arrastra de su paso por Italia y los talleres de los mejores pintores de la época. Es entonces cuando el Greco apunta nuevas formas donde los cuerpos se distorsionan, se llenan de arrebato místico: las posturas, las miradas, ... Que el Greco pintase una serie de personajes reales contemporáneos suyos supone el primer retrato colectivo de la historia del arte español. Y hay quien ha visto en la composición completa del cuadro una composición clásica: los caballeros, verticales en la tierra, serían las columnas de un pórtico; sobre ellos, un frontón triangular que quedaría conformado por las nubes que convergen en el vértice del Padre. El cuadro tiene influencias de la pintura italiana de los juicios finales, de los “Santos Entierros de Cristo” de Tiziano. Y también influencias de los pensamientos de la época sobre la construcción visionaria e idealizada de la gloria celeste desde lo alto. El Greco incluye personajes en tamaño real en el cuadro, cuadros dentro del cuadro –el martirio de San Esteban y los santos de la capa pluviales del obispo y el párroco-. El lienzo planteaba no pocos problemas, incluso a pesar de las medidas que finalmente tuvo y que no fueron escasas y que supusieron un desafío para su autor. El tamaño y las dificultades que comportaba la realización de semejante lienzo, así como la brillante manera que demostró el Greco a la hora de resolverlas, por no hablar del prestigio que poseía entonces. El autor se ciñó literalmente a lo estipulado en el contrato y que le obligaba a representar un hecho descrito con detalle. Cumpliendo con eso (parte terrenal) el Greco representó con más libertad la parte celestial componiendo una escena muy personal. La parte superior no se ajusta a la realidad visible y los colores no responden a los de la propia naturaleza lo que proporciona al cuadro un interés añadido. Existe un evidente anacronismo e inverosimilitud con la mezcla de personajes que en la realidad se llevaron más de 200 años de diferencia, sin incluir a los santos y personajes de la parte celestial. Es curioso como El Greco también pinta al Señor de Orgaz con armadura lujosa, no humildemente envuelto en una mortaja o un hábito de mendicante, como era en realidad. También es curioso, como consecuencia del manierismo, que no existe profundidad en la escena, por lo que no observamos ni suelo, ni fondo, ni casi podemos afirmar que la escena se representa al aire libre o en el interior de una cripta. La luz existe casi exclusivamente en la parte superior. En la inferior, la luz proviene de las vestiduras.

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