Como era de esperar, la cumbre del G-20 en Seúl, ésto es, de los países más ricos y con economías emergentes del mundo, ha sido un fracaso, y me argumento en esta afirmación. Al igual que en la gran crisis que se vivió en el año 73 en la que la OPEP se mostró en rebeldía cerrando el grifo del petróleo colpsando así la economía mundial o incluso en la gran crisis mundial vivida en el 29 con el crack bursátil; nuestra economía mundial actual necesita reestructurarse con medidas contundentes, con restricciones para entidades bancarias y aseguradoras que son el origen de este cataclismo económico. Los gobiernos del G-20 recurren a lo fácil, es decir, devaluan su moneda para ser más competitivos y presentan planes de ajuste, en su gran mayoría injustos porque, si bien permiten ahorros momentáneos, los afectados son los más sensibles, los trabajadores, al sufrir recortes sociales, paro,....Los gobiernos deben ser valientes y aprovechar este tipo de encuentros para adoptar medidas estructurales de verdad y dejarse de medias tintas. La pobreza ha aumentado y los grandes desequilibrios entre ricos y pobres cada vez son mayores. No pueden dejar para otras generaciones lo que pueden ir arreglando ellos. Deben remangarse y mojarse de verdad para descongestionar las economías. Saben cuáles son los problemas y sus orígenes, falta que pongan un poco de valentía para coger el toro por los cuernos y, de momento, parece que no quieren dar el paso al frente.
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