Hoy es un gran día en el que se hace hueco a uno de los acontecimientos históricos más significativos en la historia de Europa y que marcó la vida de todo un pueblo castigado por protagonizar la Segunda Guerra Mundial. El hecho que nos ocupa es la caída del muro de Berlín (9 de noviembre de 1989), un muro de unos 50 kilómetros aproximadamente de largo y 5 metros de alto que durante 28 años dividió la parte occidental de Berlín de la República Democrática Alemana (RDA). Este episodio es el símbolo de la reunificación de Alemania y el declive del predominio comunista de la Europa del Este. Conocido por una parte como el Gran Muro de Protección Antifascista (RDA) y por otra como el «Muro de la vergüenza» (parte occidental), fue mandado a construir en 1961 motivado por las disputas entre Estados Unidos y la Unión Soviética, que se disputaban el poder del mundo (Guerra Fría) en un contexto de amenaza ante una posible guerra nuclear. La construcción del Muro ocasionó que muchas personas intentaran cruzar las fronteras por estar en desacuerdo con el régimen que les habían impuesto. Hubo separación de familias, pérdidas de trabajo y toda una revolución en cuanto a sistemas sociales, reemplazando valores por otros valores, sin haber consultado previamente nada. Todo esto se traduce en intentos de escapar de un sitio a otro: se cavaron túneles, saltos desde ventanas cercanas… Algunas personas lo consiguieron, otras fueron encarceladas y muchos murieron. En 1989, con un clima de grandes movimientos de protestas, el gobierno de la RDA acordó la reapertura de fronteras y el derrumbamiento del Muro. Muchas personas pudieron reencontrarse con sus familias, se podía caminar con libertad. El Muro cayó, pero ya nada era igual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario