domingo, 15 de enero de 2017

TRISTE

Cuando todo esto enfríe, la gente se siente en su sofá y analice un poco, le invito a reflexionar qué ligitimidad y credibilidad le queda para educar a su hijo si su comportamiento es participar escondido entre la multitud, no denunciar u obviar como si no fuera contigo. Quizás, analizándolo desde otro punto de vista, será que un amplio sector de la sociedad no controla su psiquis o su realidad verdadera gira en torno a hacer aflorar su odio e ira por encima de lo que se le presupone a una persona cuerda. 
A estas alturas, todo esto me da mucho que pensar y no sé quién es quién. En cualquier caso, me siento avergonzado de mucha gente que es absorbida por el extremismo y la radicalidad. Todo por el orgullo de ser firmes defensores y guardianes de unos "colores". Incluso, tendrán la desfachatez de escandalizarse cuando en algún partido de categorías inferiores presencien como otros padres insultan a su hijo. ¡Ah!, eso no, es mi hijo, por encima de mi cadáver. En ese momento, esa persona torna a ser "normal" y logra pensar cómo incomprensiblemente otra gente es capaz de insultar a su hijo.
Estoy triste porque lo que yo consideraba que la gente que había sido educada en unos valores de respeto y de cordura, volatiliza su aprendizaje y quedan hipnotizados por el más ruin comportamiento de radicalismo que subyace de las cloacas de lo peor del deporte, la política o en nombre de Dios.

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