miércoles, 28 de diciembre de 2016

COMPARACIONES

Hay tal vacío de entendimiento, en multitud de ocasiones, que incluso se vuelve "lógico" utilizar continuamente las comparaciones como arma arrojadiza o, mejor dicho, estímulo para impulsar el ego.
"...yo soy mejor que tú, mi hijo es más inteligente que el tuyo, mi equipo es el mejor, tal jugador es mejor que tal otro, los míos son los mejores..."; pero qué vacío de criterio, qué superficialidad en el análisis valorativo.
Y, es en eso, en el valor donde reside el kid de la cuestión. Cada uno de nosotros nacemos con una carga genética y el valor añadido hasta completar qué capacidad o atributos tenemos nos lo da en qué y cuánto nos hayamos preparado, estudiado e instruido. No hay más, el resto es palabrería vacía y fanfarronería, la misma que queda fulminada por el yugo de la realidad cuando se topa con ella.
Cada uno es quien es y cada cosa es lo que es. Utilizar las comparaciones supone desconocer las realidades que se comparan y acomodarse en el adjetivo "mejor" como si supusiese un elemento de poder o de conocimiento. Quizás cuando, continuamente, se tira de comparar es porque en el localismo de la similitud se busque un volátil elemento diferenciador queriendo hacer del mismo algo notorio del lado acá del velo cuando del lado de allá exista otro mundo infinitamente más amplio. 
Sin duda, me quedo con lo genuino, con lo que no necesita comparación porque no busca rivalidades ni similitudes comparables en los otros para alimentar ni hacer crecer el ego.
El hecho de buscar dualidades y las rivalidades subyacentes, no supone sino de una vana manera de escudarse en la polémica como alimentadora de lo que escapa a lo racional y por ende, una escapada de donde se puede saber perdedores que no es sino en lo referente a la originalidad.
La única comparación que adquiere valor, por mi parte, es aquella en la tiene como referencia uno mismo y solo busca una mejora constante. 
Al pelo viene un proverbio de un pueblo cercano, "ca uno es ca uno" y, seguramente, buscar comparaciones entre los otros no deja de ser una debilidad por la incapacidad de no ser uno mismo si no es mirándose al espejo y en la referencia de lo ajeno. 

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