Todo el mundo del balompié sabe de la dificultad que supone arbitrar un partido de fútbol. A lo largo de la historia de este deporte, los árbitros han sido los eternos señalados, sobre todo en las derrotas. También a lo largo del tiempo se ha suscitado todo tipo de polémicas en torno a esta figura y sus decisiones como juez de un juego complicado.
La historia nos ha dejado todo tipo de pruebas para minimizar los errores arbitrales. En este sentido y felizmente, la FIFA se ha decantado por la utilización de la tecnología a la hora de la toma de decisiones importantes como la concesión o no de un gol. Han aprobado el uso del ojo de halcón y la introducción de un microchip en el balón que podrá determinar si es o no gol (extremo del que me he postulado desde siempre); en fin que todo este tipo de estudios e investigaciones se realizan para hacer más fácil la complicadísima labor arbitral.
En este sentido, el árbitro, como último juez del partido, cuenta con el apoyo de otros dos jueces asistentes, jueces de área (sólo en determinados partidos internacionales y aún no sé para qué están porque todavía no les he visto levantar la banderita que llevan) y el 4º árbitro, todos ellos connetados tecnológicamente con un pinganillo a tiempo real.
El 4º árbitro, entre otras, tiene la misión de informar a los componentes del banquillo (entrenadores, jugadores, delegados) ejerciendo de portavoz del árbitro fuera del campo y ejecución de los cambios que se puedan producir entre los futbolistas. Pero esta comunicación parece ser que llega a límites tan absurdos que la interrupción de la atención del árbitro en el partido disputado se torna un continuo.
El 4º árbitro se ha convertido en el chivato así como el "lleva y trae" de cualquier comentario que se haga en el banquillo. Señores del estamento arbitral, tienen ustedes una labor nunca valorable y complicadísima pero no hagan cosas absurdas. ¿A qué viene que anoten cada comentario que hacen los más de 10 integrantes de un banquillo?, digo yo que alguna indicación tendrán que dar a los futbolistas, hablar, comentar o exclamar y no por ello ha de tomarse como algo ofensivo contra el árbitro y su labor (claro está siempre que no exceda los límites de la educación y el buen comportamiento deportivo).
Esta temporada, en un incomprensible exceso de castigo, estamos viendo, al menos en España, unas sanciones contra entrenadores, jugadores y delegados fuera totalmente de lugar que llevan recurrentemente a la inevitable comparativa con acciones que se producen en el juego y que no son sancionadas. Si nombro algunos ejemplos puede llegar a sonar hasta a risa. Que le hayan metido, por ejemplo, dos partidos a Luna por hacer no sé qué comentario o a Pelegrino, por salir del área técnica, otros 2, mientras que acciones duras como codazos o faltas cometidas con excesiva dureza, (codazo a Cristiano Ronaldo que le rompe la ceja u otras acciones que todos sabemos que buscan una intimidación con daño) no reciben ni tarjeta, suenan a sorna.
Más, desde mi punto de vista, debe ser el empeño del 4º árbitro el intentar ayudar al árbitro a partir de 2 ojos más que vean lo que ocurre en el terreno de juego que en estar pendiente, cual celestina, de lo que ocurre en los banquillos, situados éstos a muchos metros del campo y que para nada o poco influye lo que allí acontece con respecto al juego.

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